En que momento te metiste adentro de mi vida, no lo se. Las razones de por qué lo hiciste nada importan. Si yo iba por la vida tan tranquilo y con esa tranquilidad del que nada debe, te conocí. Coincidimos en el lugar y en el momento adecuado, pero en las vidas equivocadas y lo que empezó como un juego terminó como una ilusión rota.
Tal vez fue tu forma de atacar, porque eso fue, un asalto pasión en mano. Fuimos dos víctimas jugando a asaltar la soledad, con ganas de tomarla del cuello, agitarla y hacerla desparecer. Las noches nos consumían en largas pláticas, en cartas y confesiones que nos dejaron el alma desnuda.
Y aunque se que nunca serás mía, ni yo seré tuyo, cada vez que te veo el corazón se me vuelca y la pasión renace. Que irónica es la vida para revolvernos el corazón en torbellinos de amor de fantasía. Y cuando más fuerte era el sentimiento te desapareciste sin daños a terceros.
Fue un largo tiempo sin saber nada. Un tiempo de melancolía, tristeza y despecho y tengo que aceptarlo, de miedo donde solo la música fue mi compañera. Con el tiempo te volví a encontrar, hicimos planes, nunca pregunté y nunca me dijiste nada. Pero eso jamás importó, importaba verte, tenerte y saberte ahí. Poco a poco los caminos que una vez se unieron, fueron separándose, cada quién iba en carriles diferentes pero cada uno llevaba de pasajero los recuerdos y el amor del otro. Y fue así como te vi desaparecer en la distancia.
Y así pasó el tiempo. Cada quién ocupado en lo suyo y en sus temas. Y fue quedando en el recuerdo el dulce sabor de tu voz, de tus cariños y de tus ilusiones. Y me fui robando sin tu saberlo, tus pensamientos, tu imagen para grabarla a cincel y martillo en el corazón y mi alma. Metí bajo mi piel tu pasión y tu alegría de vivir y grabé tu nombre en todo mi cuerpo en un tatuaje del alma y en cada luna llena estás conmigo.
Hoy te encuentro otra vez, tus mismos ojos de gitana y tu mirada llena de paz; no hubo daños a terceros, solo daños a dos ingenuos. Haciendo este ejercicio del alma, te confieso que tengo que agradecerte mucho. Gracias por estar, por ser y por existir, y si quieres, acompáñame a estar solo.
vaya… gracias!
El amor a distancia siempre rompe corazones. Lo he vivido y lo he sufrido