Tendemos a forzar a nuestro cuerpo hasta extremos que no puede tolerar.
Después de años de nuestra infancia en la que nos sentimos omnipotentes y nuestras limitaciones físicas son ignoradas pasamos a los años de adolescencia y juventud, donde el autocuidado queda en un lugar muy alejado del que ocupan nuestras prioridades, abusando del trasnochar, de alimentarnos mal y de acostumbrarnos a que nuestro cuerpo sufra ignorando que ello pueda implicar mayores complicaciones
Sin embargo, puede ocurrir que nuestro cuerpo de repente empiece a mandarnos mensajes: nuestro nivel de tolerancia ya no es el mismo.