Es evidente que el hombre y su relación con el medio ambiente tiene, como expresó poéticamente Tennyson, las garras y los dientes rojos de sangre. Sangre de animales humanos y no humanos, savia derramada de bosques, tierra y lodo de los yacimientos minerales que explotamos.
Pero el panorama no es muy alentador: nos seguiremos tiñendo de sangre, savia, tierra, barro y agua si seguimos actuando -todos, ciudadanos y gobiernos- como hasta ahora. Los datos no son muy alentadores:
Desde el año 2000, han habido en el mundo más de 35 grandes conflictos armados y unos 2.500 desastres naturales.