Primero que nada debemos saber que ladrar es natural en un perro, así que es no es algo que deba sorprendernos. Pero una cosa son los ladridos ocasionales y otra los ladridos constantes.
Así que si tu perrito ladra mucho puede ser por alguna de estas razones. Puede sentirse solo, frustrado, enojado, aburrido o asustado. Así que primero debes mentalizarte que una mascota no es juguete y que necesita atención y un buen trato.
Tener un perro encadenado o en confinamiento no es correcto ni ético. Lo primero que debes pensar es si puedes darle todas las atenciones necesarias, y si tienes la capacidad de darle atención.
Un buen método para evitar esos ladridos, es sacar a caminar al perrito, el ejercicio es una magnífica terapia para ambos, dueño y perro. Un perro necesita investigar su entorno, socializar y sentirse parte de “manada”. Por eso es que expertos aconsejan dejar que el perro entre cuando estás en la casa, para que se sienta parte de la familia.
Si hay días que no puedes sacarlo a la calle con una correa para ejercitarse, puedes darle medios para que se entretenga en el jardín. Juguetes y cosas para masticar, son una buena opción.
¿Pero como entrenarlo para que no ladre tanto? Primero que nada, el entrenamiento de una mascota no tiene que ser con regaños y castigos, sino más bien con premios y estímulos. Debemos estar consientes que un perro no sabe cuando sus ladridos son buenos o malos y menos lo va a saber con lo inconsistentes y variables que somos los humanos. Queremos que le ladre a extraños para prevenirnos de algún peligro, pero si estamos con un dolor de cabeza los reprimimos porque lo hacen. ¿Entonces?
Entrenarlos para que no ladren con una orden con palabras clave es una buena medida. Un “Shhh”, “basta” o cualquier otra puede funcionar. Se le da la orden y cuando deja de ladrar se le acaricia y se le felicita, luego se le premia, por ejemplo, con una galleta para perros.
El proceso se hace dejando tiempo de por medio entre dejar de ladrar y el premio. El perro se calla y se le da la galleta cinco segundos después que ha dejado de hacerlo. Más adelante se incrementa el tiempo a 10, 15 o más segundos hasta que la mascota haya comprendido la conexión entre la orden y el premio por obedecer.
Paciencia, eso es lo principal. Si de niños nuestros padres tuvieron paciencia con nuestras necedades y travesura, una mascota es merecedora de nuestra paciencia. Ellos no tienen el concepto de mal y bien, todo lo hacen por instinto y naturalmente. Así que antes de enfurecerse con ellos, actuemos de acuerdo a nuestra supuesta racionalidad.
Si no podemos tratar una mascota correctamente, es mejor no aceptarla. Y si ya la tenemos pero nos damos cuenta que padecemos de una falta de sentimientos por los animales, es mejor no ensañar nuestras frustraciones con ellos. Dárselos a alguien que sepa amarlos y cuidarlos no es tarea difícil. Es cuestión de tomarse un poco de tiempo y de ser un mejor ser humano.
Así que paciencia, cariño, ejercicio y hacerlos sentir integrados a la familia son requisitos indispensables para que tu mascota sea feliz y tú también.
Una respuesta a «¿Tu perrito ladra mucho?»
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