Suerte tuve, mucha suerte. Creo que fue demasiada y la vida quiso que terminara pronto. Un amigo verdadero, un hermano que conocí en el recorrido de mi vida.
Se fue, de forma rápida tal y como vino y me ha dejado un vacío enorme en mi vida. Aún recuerdo a los pocos días de fallecido, tomé el teléfono y lo llamé… nadie contestó y de pronto, como una pared cayendo encima de mi, recordé que ya no estaba, que había muerto.
Hace días que lo recuerdo, que lo extraño, que siento que me hace falta algo básico en mi vida: ese amigo que no juzga, que no engaña, que no miente. Ese mismo que llegó a conocerme como nadie me ha conocido, que aceptó mi enorme cantidad de defectos y el temperamento caótico que a veces tengo.