Hoy 6 de agosto se cumplen 64 años del lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima, Japón. Recuerdo que en algún documental escuché que una de las causas por la cual la población no abandonó la ciudad, fue porque los panfletos lanzados por los gringos estaban mal redactados y daban a entender otra cosa muy diferente.
Si comunicarnos entre gentes que hablan el mismo idioma muchas veces es complicado, hacerlo en un idioma extraño, escrito en caracteres totalmente extraños para nosotros, es sinónimo de fracaso.
El lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima en 1945 es una muestra que todas las guerras son sucias y siempre quienes se llevan la peor parte son los civiles. Las familias de los soldados muertos, mutilados y heridos, la población civil que no tienen nada que ver en el conflicto y hasta la flora y fauna del país atacado.
Los detalles si se justifica una intervención violenta o no, no lo voy a discutir. En Guatemala vivimos muchos años de violencia. La guerrilla y el ejercito matándose en las montañas y en medio nuestros indígenas, adultos, niños y ancianos, mutilados y asesinados.
Al final nadie ganó y todos perdimos porque dejamos de aprovechar muchas cosas que en tiempos de paz nos tuvieran en una posición diferente. Y nos cambió nuestra idiosincrasia.
En Hiroshima vivían aproximadamente 250,000 personas cuando el avión Enola Gay arrojo la bomba de 4,000 kilogramos llamada cariñosamente “Pequeño Niño”. De todos los componentes de la bomba, bastaron 600 miligramos de uranio para borrar toda la ciudad.
Se cree que murieron en el acto, 70,000 personas y otras 70,000 quedaron agonizando o murieron después a causa de la radiación. En la página web Boston.com, hay una serie de fotografía que nos muestran la crudeza de la violencia bélica.
Tener el concepto de Hacer la guerra para traer la paz es irónico y absurdo y siempre existirán dos versiones diferentes de todo conflicto, que tratarán de justificar sus acciones. Al final la guerra es un negocio que mueve muchos millones de dólares para unos cuantos involucrados. Si no que lo diga George Bush y la guerra en Irak.
Un negocio sucio muy bien reflejado en una canción de Black Sabbath en los años 70’s… War Pigs (cerdos de la guerra). Y esto es un insulto para los cerdos porque estos animales no son sucios, somos nosotros los que los hemos obligado a criarse en chiqueros para que no gastemos mucho, los matemos y vendamos su carne con ganancias exageradas. Hemos llegado a ser tan cínicos y despiadados hasta con nosotros mismos.
Tal vez tenía razón Thomas Hobbes al afirmar que el hombre es malo por naturaleza, o quizá sea como pareciera sugerir Rousseau, es la sociedad misma la que lo corrompe.
A este paso se cumplirá el vaticinio que hizo Albert Einstein: «no sé cómo será la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras».
Y seguimos sin aprender.
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