El tiempo pasa pero los recuerdos quedan. Hace un año murió mi mascota, un perro boxer de nombre Togo que era muy especial. Y precisamente me viene a la mente en estos días de invierno como se plantaba frente a la puerta de la casa para contemplar caer la lluvia y como jugaba cuando cachorro, con la otra mascota de mi hija, un chihuahua de nombre Nacho.
No pocas veces me quedé con la respiración entrecortada al ver como con levantaba al chihuahua entre sus fauces y salia corriendo mientras el pequeño perrito solo alcanzaba a agitar sus patas. Nunca le hizo daño alguno, ni tan siquiera un ladrido de regaño. Pero eso si, lo hizo un chihuahua robusto y musculoso a fuerza de tanto retozo.
Ahi fue donde empezamos a notar la gran nobleza que lo caracterizó siempre. Incluso aceptó a dos perras que rescatamos sin tan siquiera intentar gruñir o morderlas. A veces los animales actúan más inteligentemente que nosotros los humanos. Siempre nos saludaba en las mañanas y al regresar a casa, a diferencia de mucha gente que ni siquiera responde a un «buenos días» aunque sea por norma elemental de educación. [seguir leyendo]